noviembre 6, 2022

¿En Dónde Está Dios? – Malaquías 2:7-3:6 – David Riaño

¿En Dónde Está Dios? – Malaquías 2:7-3:6 – David Riaño

Pues los labios del sacerdote deben guardar la sabiduría, y los hombres deben buscar la instrucción[a] de su boca, porque él es el mensajero del Señor de los ejércitos. Pero vosotros os habéis desviado del camino, habéis hecho tropezar a muchos en la ley[b], habéis corrompido[c] el pacto de Leví —dice el Señor de los ejércitos. Por eso yo también os he hecho despreciables y viles ante[d] todo el pueblo, así como vosotros no habéis guardado mis caminos y hacéis acepción de personas en la ley[e].

Abominaciones del pueblo

10 ¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué nos portamos deslealmente unos contra otros, profanando el pacto de nuestros padres? 11 Deslealmente ha obrado Judá, y una abominación se ha cometido en Israel y en Jerusalén; pues Judá ha profanado el santuario del Señor, que Él ama[f], y se ha casado con la hija de un dios extraño. 12 Que el Señor extermine de las tiendas de Jacob al hombre que hace esto (sea testigo o defensor[g]) aunque presente una ofrenda[h] al Señor de los ejércitos. 13 Y esta otra[i] cosa hacéis: cubrís el altar del Señor de lágrimas, llantos y gemidos, porque Él ya no mira la ofrenda[j] ni la acepta con agrado de vuestra mano. 14 Y vosotros decís: «¿Por qué?». Porque el Señor ha sido testigo entre tú y la mujer de tu juventud, contra la cual has obrado deslealmente, aunque ella es tu compañera y la mujer de tu pacto. 15 Pero ninguno que tenga un remanente del Espíritu lo ha hecho así[k]. ¿Y qué hizo este mientras buscaba una descendencia[l] de parte de Dios? Prestad atención, pues, a vuestro espíritu; no seas[m] desleal con la mujer de tu juventud. 16 Porque yo detesto el divorcio[n] —dice el Señor, Dios de Israel— y al que cubre de iniquidad[o] su vestidura —dice el Señor de los ejércitos—. Prestad atención, pues, a vuestro espíritu y no seáis desleales.

17 Habéis cansado al Señor con vuestras palabras. Y decís: ¿En qué le hemos cansado? Cuando decís: Todo el que hace mal es bueno a los ojos del Señor, y en ellos Él se complace; o: ¿Dónde está el Dios de la justicia[p]?

El día del juicio

He aquí, yo envío a mi mensajero[q], y él preparará[r] el camino delante de mí. Y vendrá de repente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis; y el mensajero[s] del pacto en quien vosotros os complacéis, he aquí, viene —dice el Señor de los ejércitos. ¿Pero quién podrá soportar el día de su venida? ¿Y quién podrá mantenerse en pie cuando Él aparezca? Porque Él es como fuego de fundidor y como jabón de lavanderos. Y Él se sentará como fundidor y purificador de plata, y purificará a los hijos de Leví y los acrisolará como a oro y como a plata, y serán los que presenten ofrendas[t] en justicia al Señor. Entonces será grata al Señor la ofrenda[u] de Judá y de Jerusalén, como en los días de antaño y como en los años pasados. Y me acercaré a vosotros para el juicio, y seré un testigo veloz contra los hechiceros, contra los adúlteros, contra los que juran en falso y contra los que oprimen al jornalero en su salario, a la viuda y al huérfano, contra los que niegan el derecho del extranjero[v] y los que no me temen[w] —dice el Señor de los ejércitos. Porque yo, el[x] Señor, no cambio; por eso vosotros, oh hijos de Jacob, no habéis sido consumidos[y].